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martes, 29 de junio de 2010

MENTAL STRAWS (I): La industria del videojuego en una galaxia muy, muy lejana

Aquí llego con una reflexión absurda de las mías. Como ya indiqué en mi carta de presentación, soy una persona que tiende a perderse entre los múltiples detalles que poseen las películas. Al igual que el niño que está en clase y en lugar de atender al profesor/a, se entretiene siguiendo con la mirada a las moscas que pululan por el aula, cuestionándose qué siente un insecto y cómo es su vida diaria. Algo así me ocurrió con la última película de Starwars, el Episodio III, ese donde finalmente los Sith se cobran su venganza (o eso dice el título).

Estaba visionando la nueva epopeya galáctica de George Lucas cuando, de repente, salió Anakin jugando a lo que, claramente, se trataba de una videoconsola. He aquí la imagen:



Un detalle tonto que, sin embargo, despertó a mi nerd latente, que no pudo impedir preguntarse "coño, ¿también juegan a videoconsolas en Starwars?". Estoy seguro de que muchos de ustedes, si son tan aficinados como yo a estos cachivaches, también se vieron asaltados por esa duda. Una duda un tanto absurda, ya que si uno lo considera detenidamente, es lógico pensar que en ese universo tan avanzado, además de videoconsolas, también existirán otras cosas como centros comerciales, cines, cadenas de comida rápida o marcas populares de ropa; todos ellos elementos que nunca aparecen en la saga porque son innecesarios para la historia que se nos está contando.

Y no por ello pude escapar a otras dudas como "¿y cómo serán los videojuegos?", "¿cuál es la saga más popular?", "¿qué bestial potencia gráfica tendrá ese cacharro?", "¿existirán gurús como Shigeru Miyamoto o Hideo Kojima pero en versión intergaláctica?" . Todo un mundo por explorar y descubrir dentro de ese universo tan complejo como es el de Starwars. Con estas gilipollescas dudas en mi mente me tiré un buen rato de película.

Pero, sobre todo, me asaltó la clásica pregunta, "¿a qué estará jugando?", esa que todos los viciados inevitablemente nos hacemos cuando vemos a alguien en el Metro con una PSP, mientras intentamos mirar de reojo a la pantalla. Al StarWars The Force Unleashed, seguro que no...

Otra cosa que me llamó la atención es el aspecto de la videoconsola, muy cercano al diseño de una PSP o de una Game Boy Advance. Incluso parece que se juega igual, con la clásica cruceta y los botoncitos. A ver, ¿es que en aquella galaxia no hubo ninguna compañía estilo Nintendo que trajera innovaciones como la pantalla táctil, la doble pantalla o los sensores de movimiento? Quizá es que todo lo propuesto por Nintendo no es más que una moda pasajera que acabaremos relegando al olvido, para jugar a la manera tradicional.

Anakin, el retropopero

Claro que también cabe la posibilidad de que Anakin sea un modernete de esos amantes de lo retro, que se entretienen con videoconsolas obsoletas de hace varios siglos, sólo para llamar la atención. Como uno que había hace poco en mi facultad (la detestable Facultad de CC de la Información de la Complu), que se paseaba por los pasillos jugando a la Gameboy Edición Ladrillo, concretamente al viejo Tetris. Ojo, que a mí también me encantan los videojuegos clásicos, pero eso era rozar el ridículo (lo próximo será sacar a pasear las Game And Watch).Teniendo en cuenta lo mal que me cae Anakin, casi que me decanto por esta última opción.


Y más si tenemos en cuenta que la saga intergaláctica ya nos enseñó el look que tendrían los videojuegos del futuro. Concretamente, lo hizo en la primera película, Una Nueva Esperanza, donde se veía a C3PO y a Chewbacca jugando a un espectacular ajedrez virtual, que sí casa perfectamente con lo que yo entiendo como videojuego futurista y que las actuales tecnologías no permiten desarrollar. Incluso el innombrable Especial Vacaciones nos mostró a Lumpy, el hijo de Chewie, divirtiéndose con una alucinante tele holográfica (alucinante en cuanto a la forma, no en lo relativo al abominable contenido).



Y así, dejándoles con el culo torcido ante mis preocupantes pajas mentales, acabo esta exposición, llegando a la conclusión de que Anakin, además de un follapijas, era un modernete que se merecía todo el mal que le cayó encima (y todo esto porque únicamente salió dos segundos jugando a una maquinita que quizás ni le gustaba. Y a lo mejor, ni siquiera se trataba de una videoconsola...).

lunes, 28 de junio de 2010

Reivindicando: Howard The Duck, un pato adelantado a su tiempo.



Con este texto, inicio una serie de entradas en las que pretendo abordar toda clase de filmes que considero que fueron injustamente menospreciados en su momento, y que merecen un mayor reconocimiento. Y para mostrar que no le temo a nada ni a nadie, he decidido empezar por un largometraje como Howard El Pato, considerado por la inmensa mayoría del público como el mayor fracaso artístico y comercial de la carrera de George Lucas.



En esta vapuleadísima película, un pato parlante del espacio exterior llegaba a nuestro planeta para, cigarro (e incluso preservativo) en mano, ligarse a Lea Thompson y salvarnos de un ente alienígena conocido como el Señor de las Tinieblas (todo ello basado en un cómic de la editorial Marvel). Tan disparatado argumento no fue aceptado ni por el público ni por la crítica de los años 80, que rechazaron con mofa e incredulidad una solvente película de aventuras, aderezada con momentos picantes y desvergonzados. Y es que si algo jugó en contra de Howard El Pato, fue el momento de su estreno. La gente no estaba preparada para algo así. A pesar de lo liberal que fue en muchos aspectos la década del mullet y de los pelos cardados, de un pato de peluche sólo se podían esperar chistes para niños y mucha inocencia. Y más si la cosa estaba avalada por George Lucas.



A riesgo de que jamás vuelva nadie a tomarme en serio (aunque dudo que alguien lo haya hecho alguna vez), me aventuro a decir que Howard el Pato fue, dentro de las películas mainstream, un filme visionario y adelantado a su tiempo. Cogía elementos hasta ese momento asociados únicamente al cine familiar, para tergiversarlos y dirigirse a un público específico de personas adultas que, lamentablemente, en aquel momento apenas existía. Un público que hoy encontramos a patadas, como demuestran el éxito de teleseries de apariencia infantil pero "oscuro" contenido como por ejemplo, South Park o Robot Chicken. Imagino que cuando Howard se estrenó, muy pocos adultos estaban dispuestos a ver una película de aventuras con un parto parlante como protagonista. Todavía no existía esa mentalidad tan extendida actualmente y que nos permite vislumbrar que el humor para adultos, envuelto en estéticas infantiles, en ocasiones puede llegar a triplicar su gracia.


He ahí la posible clave del descalabro de esta película. Es la única explicación que encuentro para las malísimas impresiones que causó una obra que no es ni mucho menos un truño, ya que posee ritmo, no aburre y cuenta con una banda sonora excepcional. Howard llegó demasiado pronto y, a pesar de su fracaso, quizá no sea descabellado pensar que puso el germen para que ahora podamos disfrutar de maravillas como Los Simpsons, South Park, Padre de Familia o videojuegos sobresalientes como Conker´s Bad Fur Day. Es probable que a este denostado pato le debamos más de lo que creemos.

CALIFICACIÓN: 6/10

La Furia de Mackenzie, 5 años después





Por fin he vuelto a enfrentarme a La Furia de Mackenzie. Desde que en 2006 tuve el placer de visionar este filme en la Semana de Cine Fantástico y de Terror de Estepona, no volví a disfrutar de esta sorprendente y única película, por todas las dificultades que han atravesado sus responsables para hallar una distribución que, finalmente, sólo han encontrado a través de Internet, ofreciendo la obra de manera gratuita.

Han sido 5 años de espera, y durante ese tiempo no he hecho más que elogiar sus atributos de una manera pretendidamente exagerada, pero que consideré necesaria, debido a lo rompedora y renovadora que me resultó la propuesta, totalmente alejada de lo que solemos encontrar en el cine español. Si he de ser sincero, de algún modo me atemorizaba volver a ver esta película. Temía que no estuviera a la altura de los grandes halagos que le he ido dedicando en foros y entre mis amistades. Asimismo, todas las películas de aquella edición del festival fueron una mierda, a excepción de la que ahora nos ocupa (y quizás, Wild Country), lo que probablemente propició que la mirase con muy buenos ojos y que Mackenzie me deslumbrara ante tanta basura. Ya saben, en el país de los ciegos, el tuerto es el rey. Y el hecho de haber sido una película hasta hace nada inaccesible, engrandeció el mito. Y para más inri, me hice colega de los artífices, con todo lo que eso significa...



Vista de nuevo, puedo decir con tranquilidad que, aunque no está a la altura de mis alabanzas (y es que me pasé tres pueblos a la hora de juzgarla), sigue siendo una experiencia muy recomendable, digna de admiración, con un trabajo enorme detrás y que tiene ciertos momentos de una calidad indiscutible, por los que merece la pena el visionado. No es ni mucho menos la obra maestra que durante tanto tiempo anuncié, pero me alegré al constatar que sigue siendo tan fresca y original como en su momento, y que el nuevo montaje ha mejorado el clímax final.

Lo cierto es que me decidí a redactar esta entrada para confesar que había sobrevalorado esta película, y al final he acabado rindiéndome nuevamente a sus encantos. Y es que La Furia de Mackenzie me puede. Por favor, José Luis Reinoso, Paco Campano y Félix Cerezo, echadle huevos y haceros otra película. Soy capaz de obligaros, pistola en mano. El cine español necesita más cojones, y Mackenzie los tenía bien gordos.

CALIFICACIÓN: 7/10